sábado, 21 de septiembre de 2013

LIBRO IV - Capítulo XI


      Veintitrés de Octubre de 1809 (Anno Domini). Fondeados cerca de Ziguinchor

Hoy he podido, al fin, averiguar qué es lo que inquieta tanto a la gente del Portobelho desde que ayer anunciaran su descubrimiento los vigias a la entrada del meandro.
Y la perspectiva no es halagüeña en absoluto sino, más bien, como dijo una vez Federico el Grande, ninguna situación es tan grave que no sea susceptible de empeorar.

Parece ser, tal como he logrado que Barlow me relate, Klaas Van Deventer es un capitán esclavista holandés que en otro tiempo fue socio de Fernándes hasta que, hace tres años, éste liquidó la sociedad llevándose el Portobelho cargado hasta las bordas (incluso se deshizo de los cañones) en una arriesgada travesía hasta Brasil mientras  que el holandés se quedaba amarrado en Río Pongo con más de la mitad de su tripulación atacada por las fiebres.

Desde entonces Van Deventer había convertido la vida de Fernándes en una constante pesadilla pues no habían faltado los intentos de aquél de acabar con el traicionero portugués. El último, tal como lo narraba Barlow, a punto estuvo de terminar con el Portobelho hecho astillas pues en el viaje regreso desde La Habana el año siete (1807), el barco de Van Deventer, el Gelderland, les salió al paso a la altura de las Bermudas y solamente el hecho de que el barco del portugués fuese más rápido evitó lo peor.

Mas, en los últimos meses la tranquilidad había vuelto a la vida de Fernándes toda vez que le habían asegurado (al parecer en el universo de los negreros se conoce todo el mundo) que el Gelderland estaba ejerciendo como corsario por cuenta de Francia en el Índico.

Sin embargo, el avistamiento del barco del holandés ha reavivado los temores a bordo del Portobelho, sobre todo teniendo en cuenta que su capitán aún está en el interior con Sembène. No obstante, y en honor a la verdad, Michael Barlow no es ningún cobarde y ha dispuesto guardias, como ya he registrado, de forma que ni un mosquito podría acercarse a menos de una milla sin que lo advirtiéramos.

Y ya he consignado que la situación puede empeorar pues el Gelderland es un Indiaman[1]es decir, que es bastante más grande que el Portobelho y cuenta, por tanto, con aproximadamente el doble de tripulantes y, también, de cañones.



Esta es, a grandes rasgos, la amenaza que en estos momentos se encuentra fondeada en Ziguinchor. Ignoro, creo que Barlow también, si ha llegado hasta aquí siguiendo nuestra derrota o si, por el contrario, ha venido solamente a cargar esclavos. Solamente una cosa parece segura: tan pronto como regrese Fernándes y llenemos los sollados levaremos anclas y saldremos de aquí como almas en pena pues, en estos momentos, estamos atrapados en una ratonera y si un barco se sitúa en la boca del meandro nos podrá hacer pedazos a placer.



[1] Barco mercante de la época, muy empleado en las rutas a las Indias  por su  gran velocidad y tonelaje